La primera parte, 'Skip Trace', dejó un sabor agridulce debido a un planteamiento con posibilidades en un guión demasiado simple y un tercer acto sin fuerza. Quizá las expectativas ya no eran tan altas con esta segunda parte, pero lo cierto es que supera a su predecesora. El guión sigue quedándose en la superficie, sin aprovechar el potencial como película de acción que da la trama (ya no es época de grandes inversiones para grandes producciones); pero el conjunto funciona mucho mejor que en la primera parte.
Volvemos a tener delante a las dos cazarrecompensas más duras de Los Ángeles, Jesse Jane y Riley Steele. Su siguiente misión viene de manos de un agente británico que les pide ayuda para atrapar a un importante traficante español, Nacho Vidal, que se esconde ahora en la ciudad.
La verdad es que la primera parte erró al incluir dos casos en un guión tan corto y simple. El primero (y sus consecuencias) valían para presentarnos a los personajes y el segundo era el plato fuerte. Todo recordaba a la notable 'ManHunters', de Brad Armstrong, pero con un toque más actual. Pero el caso principal quedó en un bluff sin fuerza. Aquí, con los personajes ya conocidos, la película se centra en el caso de Nacho Vidal, otro gran acierto de la película.
Y es que no hay nada como un buen villano para que una película funcione. Y Nacho es uno de esos pocos actores con imponente presencia en cuanto entra en escena (como buen discípulo de Rocco que es). Más allá de las escenas de sexo (de las que hablaré a continuación y donde Nacho marca la diferencia), el actor español logra darle empaque a su personaje, estereotipado y también en parte desaprovechado por el guión.
Y es que, aunque a la vista la falta de ambición e inversión no hace mella, la sensación de que de esta película se podría haber hecho una gran producción de acción con un guión más ambicioso y profundo sigue presente. Nacho interpreta a un narcotraficante de los detestables, altivo, rudo y dominante; pero sólo se nos muestra eso en su trato con las chicas que tiene en su casa como concuvinas, pudiendo haber incluido alguna escena violencia y acción en su vertiente de delincuente. Pero como digo, todo pasa deprisa y sin profundizar mucho.
Pese a eso, funciona muy bien como entretenimiento y como vehículo de acción para cinco escenas sexuales bastante satisfactorias. Y, de nuevo, es gracias a Nacho Vidal, que marca la diferencia con dos potentes escenas donde, aunque se controla, demuestra que sigue siendo uno de los performers sexuales más efectivos del porn valley. Pero el buen resultado de las escenas no es sólo mérito suyo, sino que el reparto de la película es excelente. Batiéndose en duelo con Nacho tenemos a dos morenas de excepción: Charley Chase y Jynx Maze.
La escena con Chase es sin duda la mejor. Y es que Chase es otra bestia sexual que le sabe seguir el ritmo a Nacho sin problemas e incluso le adelanta. Es una escena potente, intensa, con ritmo y fuerza en la que Chase se luce con su especialidad, el oral, y cabalga con fuerza al semental español en el resto de la escena.
El número con Jynx Maze tampoco se queda atrás. La pequela latina, en una escena más de sometimiento (está colaborando con la policía para dar caza a Nacho) se mueve como pez en el agua en la polla de Vidal en una escena que, como la anterior, combina bien los planos cortos con los generales según pide el momento.
Jesse Jane y Riley Steele (con un aspecto más normalito y menos sexy que en la primera parte) protagonizan las otras tres escenas de la película. Lo cierto es que están bastante bien, pero inmersas en el espectáculo de Nacho y Chase, aque abre la película, y el que tiene a mitad del metraje con Maze, la diferencia es notable. Eso sí, las escenas de las rubias sirven como contraste a las de Nacho: el sexo de los héroes contra el sexo de los villanos.
Jesse se tira a su nuevo ligue, otro de esos actores imprescindibles en el porno americano, Ramon Ferrara. Dado lo que tiene entre manos, Jesse destaca y disfruta el oral y hace un buen trabajo en el conjunto de la escena, aunque no se desmelena tanto como en otras ocasiones.
El agente británico Keiran Lee tiene dos escenas al final de la película bastante similares, una con Riley y otra con Jesse. Escenas muy normalitas y del estilo que nos tienen acostumbrados las dos front-girls de Digital Playground, pero que funcionan bien. Aunque sí sorprende Riley Steele con una garganta profunda con Lee, algo que no suele hacer y que en esta película sucede en casi todas las escenas.
En conjunto, una película que, pese a poder haber dado mucho más, funciona muy bien como entretenimiento por una trama simple pero bien llevada y por unos buenos números sexuales. Sin duda, te deja con ganas de Robby D. siga haciendo secuelas y veamos como Riley y Jesse se afianzan en sus personajes.
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